España: El Lado Oscuro del Apagón

24 junio, 2025

La historia sabida: el 28 de abril España se quedó a oscuras total como alguien hubiese desenchufado la península entera. Y no. No se trató de una falla técnica del tipo “se cayó el sistema”, ni tampoco fue un ciber sabotaje de un hacker ruso aburrido. Fue algo tan simple como terrenal: las centrales de gas natural no aparecieron para socorrer al sistema cuando colapsara. Literal.

Un día antes, el 27 de abril, desde Red Eléctrica (los que manejan los hilos de la luz, básicamente) se contactaron con 10 centrales térmicas para decirles:
—“Oigan, por favor estén listas mañana. por si las precisamos para controlar el voltaje, mantener estable la red y que no se nos venga todo abajo”.
Pero la inquietud de los funcionarios eléctricos lejos de alertar a sus prestadoras, más bien les despertó el voraz apetito para re calcular costes y presupuestos y al parecer respondieron con un sutil:
—“Mmm… ¿y cuánto hay?”

Intuyeron que la requisitoria podría ser caballo de troya para una reformulación de las compensaciones económicas (un extra Plus para estar al pie del interruptor). Resultado: las autoridades públicas quedaron rendereando frente a esta especulación de las prestadoras y toda España dió luz a la más distópica y oscura jornada de la era moderna: El Gran Apagón.

Así las cosas Sara Aagesen, la Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (sí, ese es su cargo real), salió a ponerle palabras lindas a la masiva deserción energética: “Todas y cada una de las instalaciones presentaron algún grado de incumplimiento”. Traducción: España No Paga Traidores.

Y no se dieron nombres, claro. Pero no hace falta ser Sherlock Holmes para adivinar que el gas iberico pasa por estas 3 sospechadas:
Iberdrola
Naturgy
Endesa

Juntas pueden brindar más de 18.000 megavatios en ciclos combinados, de un total de 26.000 que hay en todo el país. Básicamente, en “dos patadas” hubieran podido suplir la merma en el sistema. Pero la ambición fue más fuerte y nadie quiso apretar el botón sin que ello le resonara a “clink caja”.

El apagón no fue un accidente, fue una especie de paro o lockout patronal.

La transición energética, dicen, sería hacia un sistema “más limpio”. Por ahora, lo que quedó claro es que sin incentivo económico, no hay ni “transición ecológica ni reto demográfico” ni leches (como dicen en la madre patria). El capital no se mueve por amor al voltaje. Y cuando se corta la luz; no hay ideologías. Sólo hay velas. puteadas y una heladera a punto de perder su cadena de frío.

España, el mundo y porque no también nuestro país, podemos darnos por anoticiados. Cuando las turbinas quemen, estaremos frente a un nuevo apagón, que sólo se ahuyentará con la luz de una nueva millonada que haga saciar sólo por un rato, las angurrientas fauces del sistema empresarial privado que monte sobre sus hombros la responsabilidad de abastecer de energía a las poblaciones. No habrá que buscar culpables ni excusas; tan sólo una buena linterna y el número de las comercializadora, para preguntales: De cuánto estamos hablando esta vez?

Luciana Glezer

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