A pesar del boom exportador, las empresas no invierten ni siquiera en Vaca Muerta

9 octubre, 2025

Agosto pintaba para ser el mes del milagro energético ante el desfile triunfal de las exportaciones de petróleo de Vaca Muerta. Sin embargo, del otro lado del espejo, la caída de inversión en energía fue espectacular: unos 1.000 millones de dólares menos solo durante agosto. No es un dato no es un dato menor, sino el hueso del asunto.

Resulta que, mientras los datos de exportación ilusionan, en agosto el sector energético generó USD 1.056 millones, un 40 % más que un año atrás, la guita que para explotar nuevos pozos, construir infraestructura, o modernizar equipos, se evapora.

La economía argentina vive una tensión estructural entre el impulso exportador y la inversión productiva local, que se vuelve particularmente visible en el boom exportador de Vaca Muerta.

Las empresas petroleras priorizan maximizar ganancias rápidas vía exportaciones antes que reinvertir en el territorio. Esta lógica se refuerza por el comportamiento histórico del empresariado local, que tiende a orientar excedentes hacia la fuga de capitales o activos financieros externos antes que hacia procesos de acumulación productiva doméstica.

El resultado es una paradoja: mientras las exportaciones energéticas baten récords, las inversiones netas en el sector muestran cifras negativas, generando un desfasaje entre el boom externo y el dinamismo interno.

Esta tensión se expresa en la disputa entre el modelo exportador y el mercado interno. Las petroleras presionan por Parity Exportation es decir, cobrar el precio internacional por el crudo vendido localmente y resisten sostener precios internos más bajos para proteger la demanda doméstica.

En lugar de reinvertir utilidades en nueva infraestructura, upstream o midstream, las empresas liquidan divisas al mínimo indispensable, aprovechan los precios actuales y se posicionan financieramente afuera.

El contraste con gestiones anteriores deja mal parado al oficialismo. Durante el kirchnerismo, con subsidios altos y tarifas atrasadas, al menos se firmó el acuerdo con Chevron que abrió la puerta a Vaca Muerta. Macri aprovechó esa base: entre 2016 y 2019 la inversión energética creció en promedio 8% anual en dólares, hasta que la devaluación de 2018 cortó el flujo y 2019 cerró con una caída superior al 15%.

Con Milei, el freno es aún más abrupto. Según el mismo informe, los gastos de capital en el sector se redujeron 92% frente a 2023, con la obra pública paralizada. Y la inversión extranjera, lejos de traer aire fresco, retrocedió hasta dejar un saldo negativo de USD 935 millones, tal como reveló un informe interno que circula en el PJ.

La supuesta “explosión de Vaca Muerta” ni siquiera tracciona la actividad económica. El EMAE apenas crece 2,9% anual, sostenido por sectores que no son motores de empleo ni de desarrollo: intermediación financiera 23,2%, minería 13,4% y, llamativamente, impuestos netos de subsidios 7,9%.


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