La luz al final del túnel… es otro aumento: gas y electricidad suben 3,8% en noviembre

31 octubre, 2025

Parecía que ya habíamos visto la peli, pero no: hay secuela. El Ente Nacional Regulador del Gas (ENARGAS) publicó en el Boletín Oficial una nueva ronda de aumentos para el servicio de gas, esta vez del 3,8% promedio a nivel nacional. Y como en las viejas tandas de ATC, “no se vaya, que hay más”: desde la Secretaría de Energía avisaron que el lunes salen los nuevos cuadros de la luz… y que vienen, más o menos, por el mismo caminito.

La explicación oficial es de manual: “resulta razonable y prudente continuar para el mes de noviembre de 2025 con el sendero de actualización de los precios y tarifas del sector energético”, dice la resolución. Razonable para quién y prudente para quién, no lo aclaran. Lo que sí aclaran es que hay que seguir aplicando las revisiones tarifarias quinquenales, esa herramienta que en teoría sirve para que las empresas inviertan, pero en la práctica termina siendo el GPS del aumento permanente.

Esta vez salieron 20 resoluciones generales, una por cada distribuidora, donde se fijan los nuevos cuadros. Desde Energía dejaron trascender que, sumando todo, el usuario residencial va a ver una suba del orden del 3,8% en la boleta. No parece mucho… hasta que lo sumás al agua, al transporte, al peaje, al súper y al “se cobra lo no facturado del mes anterior”.

¿Y la luz? Ahí el Gobierno juega la misma carta: dicen que van a publicar los nuevos valores el lunes y que el ajuste será “similar” al del gas. O sea: otro empujoncito para arriba en nombre de la “normalización del mercado eléctrico mayorista” y de los “precios reales” que pide la Ley Bases. Traducido: menos Estado sosteniendo la energía y más tarifa cayendo entera en el usuario. Una fiesta… para el que cobra, no para el que paga.

Todo esto viene envuelto en un discurso bastante prolijo: que la emergencia energética ya quedó atrás, que ahora empieza el plan quinquenal acordado con las empresas, que así se garantizan inversiones y que el sistema se hace “eficiente y competitivo”. Suena lindo, pero mientras tanto la Argentina energética –la que tiene gas, petróleo, Vaca Muerta, renovables y capacidad técnica– sigue pagando la energía como si no tuviera nada. Y eso es lo realmente absurdo: tenemos recursos nacionales, pero nos hacen pagar tarifas de país importador. Eso sí que es “precios relativos”.

Hablando de precios relativos: el IARAF recordó que desde noviembre de 2023 hasta ahora el rubro “vivienda, agua, electricidad y otros combustibles” subió 53,2%. En cambio, “ropa y calzados” bajó 29,1%. Dicho de otra manera: vestirte es cada vez más barato, pero prender la estufa es cada vez más caro. Un país que te deja ponerte lindo, pero te pide que apagues la luz. Casi una metáfora del modelo.

Y en el medio, el consumo sin despegar. Porque el Gobierno dice que los ingresos “mejoraron”, pero si las tarifas suben más rápido que la vida, la gente elige pagar servicios antes que mover la economía. No es magia: es que cuando la tarifa se vuelve el centro del presupuesto, todo lo demás pasa a segundo plano. Y si encima te dicen que es “prudente” seguir aumentando, el humor social baja más que el subsidio.

Al final, el cuento es siempre el mismo: hablan de eficiencia, de competencia y de “regresar a los precios reales”, pero en los hechos se corre el Estado, se acomodan las empresas y se traslada el costo al usuario. Y eso, en un país con recursos naturales propios, no es un plan energético: es una entrega por etapas. La energía hecha en Argentina tiene que servir primero para desarrollar la Argentina, no para balancear planillas de ajuste.

Así que sí: en noviembre llega otro aumento. No es el más grande del año, no es el último y no es casual. Es parte de un camino que eligió este Gobierno: poner el precio internacional y sacar al Estado del medio, aunque eso signifique dejar a las familias calculando si pueden prender la estufa y poner el lavarropas el mismo día. Después nos hablan de “incentivar el consumo”. Con estas tarifas, el único consumo que crece es el de paciencia.

“La luz al final del túnel”, decía el refrán. Bueno, acá la luz está… pero te la cobran.

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