
Vaca Muerta, Sindicalismo Vivo?
19 junio, 2025
La pugna en Vaca Muerta se asemeja a un ring en el que los sindicatos chocan con el libre mercado que Javier Milei convoca. En este cuadrilátero no hay guantes de seda: los trabajadores sienten que están siendo noqueados día tras día.
Desde junio pasado, el Sindicato de Petróleo y Gas convocó un paro de 48 horas en Neuquén, Río Negro y La Pampa, tras recibir una oferta que “no cubre la inflación”, dijo Marcelo Rucci –una suba del 4,3 % frente a una inflación regional del 10,9 %– . Esa brecha refleja un salario que se desinfla como globo pinchado, mientras la conducción gremial firma acuerdos que apenas alcanzan para aminorar las pérdidas del trimestre más cercano.
El diagnóstico general se vuelve aún más sombrío si tenemos en cuenta que las bases acusaron al sindicato de “traicionar su discurso combativo” y aliarse con las empresas y el Gobierno, sin consultar a sus afiliados. “Nos usan para ganar elecciones y ahora muestran su verdadera cara”, alegan algunos operarios disconformes con la conducción desde Neuquén .
Pero no es solo el petróleo: la ola liberal de Milei arrasó con obras públicas. La UOCRA denunció 500 despidos en la región petrolera y advirtió sobre más de 1.000 empleos en riesgo debido a la paralización de una gran cantidad de proyectos estatales, por no decir casi todos. El gobierno respondió que “no hay plata”, y el frente sindical por el momento luce aturdido y paralizado en la incertidumbre.
Rucci busca imponer un régimen laboral 1×1 para mejorar la seguridad, tras años de regímenes 2×1 que desgastaban al trabajador, pero sólo parece una jugada estratégica: cambiar turnos por protección. Pero el costo de estos derechos puede terminar en salarios que luego pierden contra el índice de precios.
El mapa sindical sufre una suerte de fracking que lo fragmenta a la hora de plantar resistencias. Por ejemplo Camioneros de Río Negro amenaza con bloquear el ingreso de arena si YPF prioriza convenios precarios y reduce la cuota de ocupación local. En la CGT, dirigentes como Pablo Moyano criticaron el diálogo con el gobierno y algunos llamaron a construir un “frente sindical de resistencia” contra la flexibilización laboral que ya se esparce como una macha de aceite en la de por si turbias aguas de lo legal laboral hoy dia.
El frente obrero se ve dividido. Por un lado tenemos una dirigencia dialoguista que apenas rasguña acuerdos de supervivencia. Mientras que gran parte de la base sindical que no se sienta en las mesas chicas de negociación, parecen burbujear cierta bronca que parafraseando al rubro podrían volverse inflamable. “Nos dejaron en cuerpo y alma y ellos la están juntando en pala” vociferan desde el llano los a su entender mal representados por sus sindicos.
Así, Vaca Muerta no es sólo una reserva energética, sino una escena donde el poder gremial enfrenta una encerrona neoliberal similar o peor que la vivida en los años 90, época reverenciada de manera frecuente por el presidente Milei.
Por un lado mermas salariales constantes y despidos. Por el otro, intentos de tapar la sangría con cláusulas de seguridad y parches paritarios. Lo cierto es que el verdadero ring aparece fuera de la foto que suelen permitir los medios de comunicación y propaganda especializados en información energética. Y ahí es donde parece estar librándose una batalla de resultados impredecibles. Trabajadores contra su propia representación, a quienes objetan por su ambición de convertirse en petroleros participantes de algún negocio oscuro como el crudo.
Sindicatos que arreglan peleas paritarias o nuevos representantes que se pongan los guantes para subir al ring y plantársele a la mano visible y pesadas del “mercado” que pretende derribarles sus pretensiones de un solo golpe.
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